martes, 16 de enero de 2007

Una buena oportunidad para Abel Resino

Abel Resino comienza su hoy su primera experiencia como entrenador de Primera: tras el cese del "místico" López Caro, el Levante ha confiado en él para mantener al equipo en Primera.

Portero del Atleti muchos años, su nombre quedará siempre en la historia por su famoso record de imbatibilidad que le llevó a estar 1.275 minutos (más de 14 partidos) sin encajar un sólo gol. Fue Luis Enrique, por entonces en el Sporting de Gijón, quien rompiese esa marca en el Calderón. Más allá de si el record ha sido batido o no (que, francamente, ni lo se ni me importa), lo verdaderamente relevante fue el hecho de estar esa cantidad de partidos sin recibir un gol en una Liga tan competitiva como la espoñola.

Recuerdo que aquella temporada (1990/91) fue muy convulsa para el Atleti, como casi todas las de Jesús Gil en la presidencia. Siguiendo el ejemplo de Berlusconi (que fichó a Sacchi como entrenador cuando éste no tenía experiencia en un grande y fue campeón de Europa), Gil contrató como técnico a Joaquín Peiró, que no tenía experiencia alguna como entrenador en Primera, cesándolo ¡¡antes de disputar el primer partido de Liga!! Trajo a Tomislav Ivic que fue el entrenador con quien Abel consiguió el record. Pero, cuentan las malas lenguas, que ciertos problemas psicológicos del balcánico hicieron prescindir de él y, aunque finalizó la temporada en el banquillo consiguiendo la Copa del Rey ante el Mallorca en el Bernabeú, Luis Aragonés ya era, in pectore, nuevo entrenador del Atlético.

Como primer entrenador, Abel Resino ha tenido una sola experiencia: la temporada pasada en el Ciudad de Murcia. Y no pudo ser mejor el estreno: con un equipo diseñado para permancer sin apuros en Segunda, logró una meritoria cuarta plaza, luchando por el ascenso hasta la última jornada.

Me sorprendió mucho que no entrenase esta temporada pero parece que ahora le ha llegado el momento. Esperemos que enderece el rumbo del Levante y salve la categoría sin problemas. ¡Que te vaya bien, Abelino!

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