Dr. Jekyll y Mr. Hyde

El Atlético, ayer en Santander, empezó mal, horriblemente mal. Y acabó bien. Esperanzadoramente bien. Es sorprendente cómo puede cambiar tanto en equipo en el transcurso de un partido sin que, aparentemente, haya ninguna circunstancia catalizadora de tal cambio.

Los primeros 25 o 30 minutos fueron muy malos. No voy a decir que de lo peor que he visto en años porque en el Calderón estamos ya curados de espanto pero el Racing de Santander parecía el Milán de Gullit y van Basten y el Atlético parecía ...mejor no pensarlo. Duscher y Colsa - "gloriosas" las manifestaciones del cántabro en la previa - se bastaban y sobraban para "comerse" a nuestro centro del campo y sólo la mala puntería de los delanteros racinguistas impidieron que se adelantasen en el marcador. Como tantas otras veces en temporadas pasadas, el Atlético parecía salir a un terreno de juego "a ver qué pasaba" y no a ganar que es lo que tiene que hacer cualquier equipo GRANDE. ¿Verdad, Pitarch?

Pero hete aquí que, a partir del minuto 30 del primer tiempo, el Atlético se hizo con la pelota y comenzó a presionar y a irse para adelante y a buscar el gol como debería haber hecho desde el minuto 1. Y como la calidad de los dos de arriba es fuera de lo normal, llegaron los goles y se sucedieron las oportunidades. En este caso, fueron dos goles (ambos de Forlán, golazo el segundo) pero podrían haber sido varios más hasta el punto de que no me hubiese extrañado acabar ganando por 1 - 4 o 1 -5.

Al margen de que volvemos a puestos de Champions (la baja de Tamudo es mucho para el Español), lo más importante es que hemos roto la racha negativo del equipo y que Forlán volvió a ver puerta. Fundamental cara, sobre todo, a la UEFA que vuelve el jueves y donde una mala noche te deja fuera.

Hace dos años escribí sobre: ¿Hasta dónde puede llegar Gasol?