Licencia para soñar

España ya está en las semifinales del Mundial de baloncesto. Ya hemos, al menos, igualado la mejor clasificación de nuestra historia en un Campeonato del Mundo, aquel cuarto puesto del Mundial de Colombia allá por el año 82, con los Martín, Iturriaga, Corbalán y compañía.

Llevábamos unos años con una selección excelente, con buenos resultados en los partidos de preparación, con mejores números en la fase de grupos del torneo, practicando el mejor baloncesto pero "siempre pasaba algo": o Estados Unidos, de forma imprevista, era cuarto en su grupo y nos tocaba en el cruce o Nowitky hacía uno de los partidos de su vida y nos hundía en la miseria o ...

Pero este año, no. Tras un grupo con rivales muy asequibles y que, pese a ello, desató una euforia tan exagerada como previsible, España ha demostrado en octavos y en cuartos que estamos a la altura de los mejores. Dos victorias con absoluta solvencia ante Serbia y Lituania confirman esta teoría.

Dice Luis Aragonés que en fútbol "debemos luchar por acercarnos a los mejores". Pues bien, en baloncesto, ya lo estamos.

Y ahora, a soñar.