viernes, 21 de julio de 2006

Fernando Torres

Vuelve hoy a los entrenamientos el que ha sido y seguirá siendo protagonista del gran culebrón del verano: Fernando Torres.

Atrapado entre dos fuerzas poderosísimas (su gran amor por el Atleti, mamado desde niño y la sensación de estar "perdiendo" años de su vida profesional por la falta de un proyecto serio), Fernando se debate entre marchar al extranjero a un fútbol y a un equipo donde pueda demostrar sus verdaderas condiciones o seguir en el Calderón y confiar en que esta sea, de verdad, la temporada en que salgamos de la mediocridad. Pero es que uno cree, personalmente, que, con estos dirigentes, jamás saldremos de la mediocridad, jamás volveremos a ser un grande. Alguno me dirá que, con esta directiva, se ganó el único doblete de nuestra historia. Cierto pero es que, salvo excepciones, "la lotería sólo toca una vez en la vida". Y aquí ya tocó.

La situación de Fernando es perfectamente trasladable, con algunos matices, a la de cualquier aficionado: debatirse entre el amor a unos colores y la sensación de fracaso permanente, año tras año. Porque, si yo pienso que estos directivos son unos sinvergüenzas y que la situación, con ellos, es difícil que se revierta, ¿acaso no lo puede pensar igual Fernando Torres? No me sorprendería.

En lo que se refiere a la directiva, personalmente, creo que quiere venderlo. Quiere venderlo para sacar su correspondiente tajada económica, que es a lo que han venido aquí, a robar todo lo posible. Y se que muchos me dirán que es un futbolista mediocre y sobrevalorado y que, incluso por 30 millones de euros, "le ponían un lacito". También me dirán que, con ese dinero, se puede hacer un equipo competitivo de verdad. Y que mire el ejemplo del Sevilla que vendió a Reyes, Serio Ramos y Julio Baptista y fue campeón de la UEFA. Todos estos argumentos pueden ser ciertos. Pero es que, como dijo algún blogger un día (soy incapaz de recordar quién) "el problema no es el dinero que paguen, el problema es que no me fío de las manos que lo gestionen".

Y la única razón de la directiva para no venderlo, si llega el caso, será el miedo: Con el estadio prácticamente vendido, si venden a Torres y, en diciembre, por estas cosas del fútbol, las cosas vienen mal dadas a efectos de juego y resultados, ¿qué ocurriría?

Todo esto resulta un curioso entramado de intereses (del club, de la prensa, del jugador y sus representantes) en el cual el único que resulta perjudicado es el aficionado que ve como, antes o después y salvo milagro, se le escapará el único referente real en la plantilla, su único símbolo, el "niño" que, con apenas 16 años, fue la única esperanza tras el nefasto descenso a Segunda. Y todo por la golfería de unos dirigentes (tapada por la prensa y consentida por la afición), incapaces de hacer un proyecto en condiciones y de preocuparse de otra cosa que no sea su propio beneficio.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ya sé que no te fias de las manos que gestionan el dinero, pero mi opinión, es que si realmente se pagara por Torres lo que se comenta, muy mal se tendría que hacer para no traer algo mejor.

La realidad, es, siempre según mi opinión (lo comento hoy en mi blog), que no existen esas ofertas por Torres.